subrayar el A fuerza de hablar de la desigualdad de ingresos y riqueza, a menudo nos olvidamos de hecho empírico de su acelerado crecimiento, de exponer sus causas y orígenes, de ponderar sus consecuencias y, más aún, de refutar las falsarias justificaciones ideológicas ofrecidas por los habituales peritos en legitimación. De todo ello a menudo nos olvidamos pese a que la desigualdad -mídasela como se quiera- parece galopar sin brida ni rienda tanto a escala planetaria como local, tanto en los países pobres como en los ricos. Hace ya tiempo que ha rebasado el nivel de lo social, lo ética y lo estéticamente tolerable
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